Guatemaya,
con ardoroso amor te canto.
¡Oh!, mi alma se empapa de júbilo
al escuchar el dulce trinar de tus pájaros,
al oír el tremolar de tus marimbas
con sus ecos celestiales.
Guatemaya,
con mi voz de milenaria milpa te canto.
Tus esplendorosas y misteriosas bellezas
me embriagan perpetuamente,
por eso soy cantor.
Yo le canto a mis hermanos campesinos,
porque con indecible sacrificio
hacen fructificar los campos,
porque desde el alba hasta la caída del atardecer
desempeñan su ruda labor.
¡Yo canto mi rebeldía,
porque su trabajo es despreciado y mal pagado!.
Guatemaya,
yo bendigo a los que luchan
por tus hijos desposeídos.
Yo bendigo al chapín honrado y laborioso.
Yo desahogo mi desencanto
porque continuamente me sumerjo
porque continuamente me sumerjo
en tu desgarradora realidad
y lloro mi impotencia por no poder ampararte.
Se retuerce mi ser
al ver las manos callosas vacías,
los niños desprotegidos
y los hijos tuyos oprimidos.
Guatemaya,
¡Oh, mi pueblo: héroe y mártir,
la sangre derramada de los inocentes
reclama justicia!
Guatemaya,
te canto,
porque soy tu poeta enamorado.
Proclamo a jubilosas voces
que yo fecundo surcos
para que tu extrema pobreza
salga huyendo de tus senderos...
Guatemaya,
te canto mi desaliento y mi tristeza,
pero también mi cara esperanza,
porque tiernamente me dulcificas.
¡Qué nuestra bandera ya no ondee en manos iletradas y asesinas!
¡Qué ya nadie te prostituya y te comercialice!
¡Qué pronto se abran de par en par
las puertas de los corazones chapines
para que Dios more en ellos y así reine la paz!.